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La noche terminó con dunas,
en alguna que otra duda,
la arena se pegó al bolsillo
y el destino se quedó a oscuras.
La mancha de tu sombra,
el césped de tu cama,
de la rama de tus espinas
que dejan la soledad blanca.
Estos por ti llenos de egoísmos,
estos ismos de tu piel abiertos a la gente,
estos dientes picados de tu risa,
esta repisa de buenos días en tu nombre,
esta costumbre tuya de ser de todos,
este modo ajeno al destino y
este sino tuyo extranjero del mío.
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