viernes, 31 de mayo de 2013

· En un banco del parque ·


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Medio día en un banco del parque. No llevo despierto más de unas tres horas y ya llevo un peso tremendo sobre mi espalda. Llevo los bolsillos de mi cabeza llenos de esfuerzos, presión, dudas,
miedos y sueños, que se tornan por segundos interminables a actos en vano. 

La ansiedad se hace más presente, puede porque ya con la edad me voy percatando más de los problemas continuos de hacerse mayor, o porque soy un permanente peón que cae y cae, sin aprender a ver los movimientos adversos de la vida. A veces pienso que tanto de lo que hago, puede que no llegue a nada, pero ¿que tipo de nada? La nada de ver un enorme espacio sin fondo, luz y color, aguantar el hilo del peso férreo de las lágrimas que intentan escapar de mis ojos, digerir una bola que se hace incomestible en la garganta y acabar estando igual que al principio,sin alcanzar nada. 

Muchas veces me planteo que el mayor culpable de todos soy yo, que me he dejado guiar muchas veces por las "reglas" de mis emociones, más que por las de la razón, por lo que me veo en el mismo sitio cada equis tiempo, sin avanzar, como dando vueltas en círculos mientras que todo y todos los que están a mi alrededor estuvieran en su línea recta. 

No me considero completamente...completo, por llamarlo de alguna manera, ya que sentado en este banco del parque, me miro reflejado en los charcos; y no veo a nada ni a nadie que haya conseguido algo con lo que poder alcanzar esos sueños. 

En fin,ya es hora de volver a lo mismo. 

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