
·
èl: Ayer te hablaba y no me decías nada. Parecía un loco hablando solo.
èlla: Lo estás, así que, que más da.
èl: ...
·
·
Me pensaba acabar en el principio de mi vida,
dar una pizca de azul cielo a las líneas del final,
tragar aire por mis venas que hablan de heroína
o poner telón negro y carretera sobre el mar.
Se fundió el trinar de los pájaros en la vega,
calmó el ruido a la tranquilidad de los ojos,
mi adiós picó como los besos de las abejas
e hicieron las paces las lágrimas y los ojos rojos.
El mundo se me hizo canica sin la que poder jugar,
mellada, frágil, corrompida en su policromía,
la bisectriz de su espiral dejó de soñar
y el nivel de empatía se perdió de la vida.
El eco responde con retahílas
a los gritos de libertad en los oprimidos,
el silencio desploma con su vacío
al realismo de la esperanza y la ira.
Y persiste mellada ,frágil y corrompida,
la bisectriz de la canica.
·
Te vas, noches de horas prudentes,
citas con ratones y Reyes Magos,
lagos del barco Pirata ambulante
y soñar ser la suerte de los dados.
Calor, que recorría mis venas,
que llegaba sin llamar a la puerta.
No lo pensaba antes de llamar,
este fuego azul de la vereda
para recordar que no hay más.
El beso de las palabras
que calentaba más que el sol,
el no de los mordiscos en los acentos,
los asientos secretos de los deseos.
El fuego azul de lo recreos,
la luz de la risa en la imaginación,
tararear en la calle la emoción,
esos años donde todo pasaba lento,
y no pensábamos ser honestos.
Y nos hemos hecho mayores
sin el permiso de las dudas,
no vemos musas sobre la luna,
y soñamos con pesadillas
hablando con almohadas sobre excusas.
Calma, el pulso del mar
que amamanta los parpados
del alma.
Cordura, ausente de equilibrio
camino en el destino
plagado de mentiras sin brío.
Dolor, inmigrante corazón
que ríe con el sudor de lágrimas
en las trincheras del pulmón.
Hipocresía, de este sentimiento
disfrazado en sus mentiras.
Tu jardín curtido en espinitas
de esa mala yerba
que te partió la vida .
·
En el segundo que cubre esta lágrima,
soy otra vez un monólogo de mi novela.
En el minuto que va desde mi latido
a mi boca, saboreo la nostalgia ,
que va dejando el dulce sabor de tus labios.
En esta sonrisa que dibujo en tu aliento,
se ablanda cada escalón de mi quebranto
en esta mañana de triste sábado de llanto.
En este sollozo me sincero,
como el acorde que no cambia,
y me mata la musicalidad de un te quiero;
y aún así no se clamar en ti la magia.
Perdonen Damas y Caballeros,
una retahíla más de mis sentimientos,
pero no puedo seguir en un espero,
soy el truhán al que le han destrozado el pecho.
Cada paso ahora es un antónimo de la dulzura,
gestos que pesan en el suspiro de un alma,
y las fotografías me matan de alegría,
pero me suicidan en silencios y utopías.
Me sincero con el firmamento,
soy esclavo del sentir y amar,
un reincidente en lo bello y puro.
Reincidente de ese mapa que es tu espalda,
el respirar de tu cuerpo,
del perímetro de tu ombligo
y las dos rosas que plantaría en tu pelo.
En la incapacidad de mi momento,
inmóvil me mira mi espejo con lástima,
callado expira un viejo sollozo ,
que me dice lo siento.