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Mi pluma como Lázaro tenía sus ganas,
de volar y respirar con las alas para volver,
de caminar sobre esa nueva rima
con soneto de mujer,
de sentirse invencible en la cima,
poderoso antes las obras de las lágrimas
y los escombros de la rutina.
Mi pluma como beodos tiene mala memoria,
de creer que es invencible y poderosa,
que su escudo es invisible
y aún no le sangran las historias.
Pero mi pluma es torpe e inmadura,
que se vislumbra aún en el recuerdo,
en el centro de una tundra
donde yo pongo el latido y mi cuerpo.
Y por la mano,
no sé si del destino
o estos latidos insanos,
mi pluma siente de nuevo encontrar su camino,
retomar sus alas para volver,
aunque creo que no será en un soneto,
sino por soleare de mujer.
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