sábado, 18 de septiembre de 2010

·Arcoiris negro·





El aplomo de mi difunta inocencia
deja pequeños bosquejos de palabras,
malditas por su ternura y paciencia;
y un cancerígeno folio de ridícula clarividencia.

El ardor negro de mis venas,
abraza con sonrisa muerta a la alegría
que procedió en mis estrofas por tus piernas.

El júbilo,
se marchita en el segundo en el que la pena
deja paso al odio por la belleza enferma,
oscura, viciada y sin amor a la escena.

Repugnancia en cada rincón,
donde la soledad es fotografía,
la calma burla vergüenza de la sonrisa
y la ciudad un libro oscuro sin perdón,

Incertidumbre ante mi reflejo,
fatiga por tu recuerdo en mi cuerpo,
gritos sobre mi colchón sin espejo
y reservas en lo nauseabundo de mis detalles.

Lecturas apagadas sin cielos ni luna,
falsos retratos de sentimientos
muriendo por el silbido de la cuchilla,
afilada de silencio, chillidos y maldiciones.

Golpea implacable sobre mi pecho,
marca con dureza muda su odio,
me mira, sonríe, me hiere desecho,
me susurra con carcajada firme al oído .

Confiesa mi patetismo
a los restos de mi alma…
llora y se levanta callada,
se da la vuelta y muere cansada.

·

4 comentarios:

  1. somos patéticamente complejos a veces...
    pero también sirve para hacer cosas bonitas, como esta

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  2. Ah no te preocupes! Me encantarian los poemarios!

    Un placer coincidir en esta vida, esta claro.

    Y de nuevo, IN-CREÍBLE.

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