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Algo se tendría que escribir de aquella noche,
pintar con brocha el puerto de las despedidas,
una historia intensa de bocas y coche,
ampliar las postales para guardar la vida,
y librar la explosión de una estrella,
bajarte la cremallera de tu galaxia,
un maltrato oral de aruñazos en las piernas,
saltarse las reglas y darnos coraje con gracia.
Arrastrarse por la arena de la playa,
deslizarse en el aire del olvido,
de los poros a los coros del sentido,
no negar lo declarado a pie de valla,
purificar el gen de las palabras,
mirar con tu risa a los pecados,
dejarte una nota en la repisa,
y una promesa en tus abrazos.
Plantarte una flor para las ojeras,
escapar a todas los lagos de la retina,
mirar a la vida con un ramo de carretera
mientras redobla el alba de la cortina,
y se dilapidan todos los tejados
de ángeles caídos por tu ausencia,
por el credo de tus pecados,
por los bocados de tu esencia.
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