·
Yo me propuse volar
hasta el zénit de tu ombligo,
carretera al fin de tu mirada,
a una noche contigo.
Hacer acertijos de pisadas,
ruido de plazas y borrachos,
pescarte estrellas en la espalda
e intimar tu estampa con una abrazo,
una cama.
Y paseo de mi enloquecido ser,
embrujado de tu figura,
a esa curvatura de tu piel,
hasta la hiel de tu boca en mi altura.
Desconocidos en un ruido de sábanas,
hallaste besos en mi camino,
desnudos a la luz de una persiana,
aquella noche en la habitación 225.
·
No hay comentarios:
Publicar un comentario