Mi pluma está equivocada, yo te tengo en una foto de mesa, y ella te tiene en la cabeza y sus letras. Su madera está en las redes, no quiere escribir de tu belleza, pero sin esa luz muere. Y enferma está mi poesía, quiere decir adiós pero le pesa, se cierran las puertas y sus raíles, y el aire ya no huele a tus piernas. Que enfermedad más insana.
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